Dicen por ahí que querer es poder, que si lo quieres con todas tus fuerzas lo consigues, que si lo visualizas pasa, y que si no pasa es porque no has puesto las suficientes ganas. Entraría a valorar estas afirmaciones de forma pausada, lenta, argumentada, pero la realidad es que solo me dan ganas de decir algo así como: «¡que te vayas por ahí!»
No, no todo es ponerse con ganas, qué va, y eso ya lo sabemos. Pero oye, siempre habrá alguien que sabe más que tú que te martirizará con la cantinela.
Sí es cierto que una buena parte del éxito es la perseverancia, que para perseverar hay que querer hacerlo, estar dispuesto, intentarlo, ponerte. Pero de ahí a que si no sale es porque no pusiste demasiadas ganas. ¡No señor, no!
Sueno enfadada, lo sé. Tengo muchos proyectos entre manos, unos se me superponen con otros, coinciden, no me da la vida para tanto. Y no lo dejo, no freno, sigo adelante. Así que, si algo no me sale, pues ¿qué quieres que te diga? Me enfada que haya gente diciendo que es porque no me organizo, no conozco mis objetivos o no los definos. ¡Ja!
Disfruto la semana, el trabajo con los niños en el colegio me resulta enriquecedor, no me he reído más que en estos días de clase con mi grupo de cinco años, estoy aprendiendo muchísimo con sus respuestas, sus reflexiones, su forma de ver la vida. Un avión de papel es la felicidad de estos días, pero por mucho que disfrutes de un trabajo sigue siendo trabajo, y cuando vuelvo del colegio muchos días estoy agotada, tengo menos energía para afrontar lo que queda de día. ¿Será que no me propongo tener más energía? Me da que no.

Escribo. Sigo escribiendo, esta tercera novela me está costando más, no sé si podría decirse así. Trata un tema dificil de abordar, duro, sobre el que tengo que documentarme, con el que debo tener muchísimo cuidado, y es gratificante ver que va saliendo, pero notar que todo va despacio me inquieta. ¿Si no me sale bien será porque no lo intenté, porque no quise, porque no puse todo mi empeño? Diría que no.
Todo esto sin entrar en detalles de la carga mental, de las tareas cotidianas, de que el orden me gusta y que todo esté limpio también.
Y por si fuera poco, tengo que acordarme de vivir, de buscar tiempo libre. Imagino que a ti te pasa lo mismo, a veces se te olvida lo de buscar tiempo para ti. El día termina y no has tenido ni un solo minuto que regalarte. Y es duro. Y no es porque no quieras, no lo intentes o no pongas empeño, es simplemente que ha sucedido, es simplemente la vida. Y no, no tienes la culpa. No dejes que nadie te haga creer eso, por favor.
Si no se puede con todo no pasa nada, no somos peores por no poder, por dejar algo pendiente, por continuar a nuestro ritmo. O eso es lo que me digo últimamente. No quiero ser como esa margarita chuchurría por el peso de la gota de agua
Hoy casi no escribo esto porque he pensado que no estaba dentro de mi lista de tareas, pero ahora, después de hacerlo, me siento mejor. Creo que hay cosas que debemos hacer solo por eso, para sentirnos mejor.
Ah, y permiteme recordarte que Espérame en Weimar sigue a la venta y es una historia de amor, familia y amistad que dicen que, al leerla, te alegra la vida.
Ojalá septiembre te esté yendo bien.
Y, por favor, como llevo pidiendo desde hace año y medio: “ki o tsukete kudasai!” (気をつけてください!) – cuidaos mucho, por favor.

Será por tu forma de escribir, por tu forma de verlo, porque me sienta reflejado en lo que cuentas… Sea como sea, no he podido evitar emocionarme un poco al leerte. Porque sé qué es tener mil cosas pendientes, otras mil que te gustaría hacer y, además, irle sumando proyectos que van surgiendo cada día. Eso sin dejar de lado el día a día, el trabajo, la familia…
¿Cuántas vidas harían falta para satisfacer las inquietudes de una sola?
Mil gracias por esta reflexión.
Pasa un día bonito.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Veinte días después veo tu comentario… Ejemplo perfecto de que necesitamos unas cuantas vidas más para todo.
Gracias a ti por comentar.
Un abrazo, compañero.
Me gustaMe gusta