¡Cómo pasa el tiempo! Parece que fue ayer cuando veía Lost in Translation por primera vez y en realidad ya han pasado quince años desde aquel día. Por aquel entonces yo no había viajado nunca a Japón, no sabía nada de Japón más allá de lo que se veía en la película y tampoco sabía que me iba a enamorar perdidamente de ese país. A día de hoy he viajado siete veces a Japón, me preparo para mi próximo viaje y han pasado quince años desde que me enamoré de la película Lost in Translation.
Así que hoy quiero hablar un poco de la que es, para mí, una de las mejores películas que he visto, una de esas películas que no me canso de ver y a la que le saco matices nuevos cada vez que la disfruto.
Lost in translation, para empezar no es una película fácil, no es una película que le guste a todo el mundo y creo que no es ni una película que se pensase para contentar a todo el mundo. Así que encontramos críticas dispares, desde las que dicen que es maravillosa e imprescindible y las que aseguran que es aburrida, no tiene ritmo y que es prescindible. ¿Quién tiene razón? Tal vez las dos partes. Si no logras conectar con Lost in Translation no la entenderás, y eso no pasa con todas las películas. Por eso es más especial si cabe.
Es fundamental para disfrutar Lost in Translation entender lo que no se dice, comprender y saber sentir cada uno de los silencios de los personajes, interpretar las miradas y expresiones, y encontrarle el sentido a frases que parece que no están diciendo nada pero que están llenas de dobles sentidos. Es una película con un ritmo pausado, hay escenas que son totalmente visuales, sin diálogos, y además hay pocos personajes. Creo que el hecho de que te guste o no Lost in Translation tiene mucho que ver con tus experiencias personales y con tu forma de ver las cosas.
Pero ¿De qué va Lost in Translation?
Sofía Coppola dirige esta película (estrenada en 2003) y en ella nos guía por una narración íntima, llevados de la mano de los dos personajes principales, Bob y Charlotte, y con ellos la ciudad de Tokio como tercer personaje. Bob es un actor que no está en sus mejores momentos, sabe que su juventud y sus papeles estelares se han acabado y vive de trabajos que le van saliendo, como la campaña de publicidad de un whisky en Japón. Por eso viaja a Tokio. Charlotte es una mujer muy joven, prácticamente recién casada que está acompañando a su marido por trabajo en Tokio y que pasa cada día sola en su hotel. Los personajes son totalmente opuestos, por eso cuando se conocen y surge la conexión que hace que cada uno sea el complemento perfecto para el otro para pasar esos días de soledad en Tokio todo parece trastocarse. Sus personalidades no tienen nada que ver, sus vidas tampoco, y hay una gran diferencia de edad entre ellos; justo por eso cada uno es perfecto en ese momento concreto para el otro.
Empezamos conociendo un poco la situación personal de cada uno de ellos con pequeños detalles. Él está casado y tiene un matrimonio cómodo pero rutinario. Ella pasa sus días sola en una habitación de hotel, esperando a que su marido llegue por la noche sin casi hablar con nadie y paseando por Tokio para matar el tiempo. Los paseos de Charlotte son la la metáfora perfecta de lo que es su vida, las escenas de Bob rodando los anuncios de Whisky también, y también lo son las conversaciones de cada uno de ellos con sus parejas.
Y entonces se encuentran. Los dos tienen insomnio y una noche se conocen en el bar del hotel en el que se alojan. Durante la película hablan poco pero se entienden con miradas, sonrisas, los dos se ríen de las mismas cosas absurdas y a los dos les encanta estar con el otro. ¿Qué relación surje? Difícil de definir. O no. Cada cual verá lo que quiera ver en esa relación en la que los dos viven el aquí y ahora sin buscar etiquetas. Saben que todo será efímero, que terminará muy pronto, pero parecen no pensarlo.
Bill Murray está espectacular como Bob, Scarlett Johansson es una increíble Charlotte, y los dos actores tienen una química brutal en pantalla, llegas a creerte de verdad que entre ellos hay una unión que va más allá de las palabras o el sentido común.
Una de mis escenas favoritas es esa en la que van a un karaoke y Bob canta «More than this», cómo Charlotte lo mira lo dice todo.
Y la escena en la que duermen juntos… él solo le toca un pie a ella justo antes de dormirse: sublime.
¿No la habéis visto? Pues os la recomiendo mucho. Además, la Banda sonora es maravillosa.
Y siempre que la veo resuena en mi cabeza durante días la frase: «Todos queremos que nos encuentren».