Debido a que la piel de cada persona es un diferente no hay un solo lavado de cara milagroso, eso es evidente, pero sí podemos seguir algunas pautas comunes para hacerlo lo mejor posible.
Suavidad:
Algo que debemos intentar hacer todos es buscar un limpiador suave. La limpieza debe quitar la suciedad, los gérmenes y el exceso de grasa, pero no debe hacernos perder la humedad de la piel adecuada y debe cuidar de las células sanas. Así que busca el limpiador más suave que haya en el mercado, adecuado para tu piel, y que haga bien su trabajo. Si cuando lo usas acabas con rojeces o erupciones, no es el que necesitas.
No te obsesiones:
Si algún día no maquillas tu piel o no sudas demasiado ese día puedes saltarte el lavado de cara por un día. No es un pecado. Eso sí, recuerda siempre que lo mejor es no dejar que el maquillaje o protector solar estén más tiempo de lo necesario en tu cara, y sobre todo, no los lleves a dormir contigo.
Ojos:
Lucha con el impulso de echarte agua fría en la cara nada más levantarte para que los ojos terminen de abrirse frotándote los ojos. La piel alrededor de los ojos es muy delicada y fina y necesita ser tratada aún más suave que el resto de la cara, así que nada de frotar Utiliza siempre un suave desmaquillador de ojos y no utilices jabones o limpiadores fuertes directamente sobre los párpados, son muy delicados.
Siempre frío:
Si bien puedes sentirte bien con un poco de agua caliente es mucho mejor el agua fría (o muy fría) para la limpieza del rostro. El agua fría o helada tienen sus ventajas. El agua excesivamente caliente se lleva los aceites naturales saludables de la piel.
No olvides la exfoliación:
Exfoliar definitivamente tiene beneficios para la piel: La exfoliación puede aumentar la circulación y hacer que volvamos a tener un brillo rosado natural en la piel y ayuda a eliminar las células muertas. Pero ojo, la exfoliación excesiva puede ser un problema. Lo recomendable es una o dos veces a la semana (dos máximo).
Sobre secar la cara:
Muchas nos damos prisa por terminar nuestra rutina de limpieza diaria y acabamos limpiando nuestros rostros mojados en el lavabo y secando con una toalla usada muchas veces. Es importante utilizar una toalla especial, suave y limpia para secar la cara. Es recomendable acariciar la piel con ella en lugar de frotar, y podemos dejar la piel un poco húmeda para aplica la crema hidratante que sellará la humedad en la superficie de la piel.
Ojo con la sequedad del ambiente:
Cuidado en invierno porque la limpieza puede producir sequedad excesiva en la piel. Con las temperaturas frescas somos propensos a dedicar más tiempo duchas calientes y a pasar más tiempo con el aire en el interior recalentado, estos factores pueden producir sequedad en la piel de la cara con una rapidez vertiginosa. Así que en esta época es importante no lavarse la cara en exceso y no olvidar la crema hidratante adecuada para nuestro tipo de piel. Es importante además contar en la hidratante con un SPF: SPF de 15 en el invierno y SPF 30 en verano, cuando pasamos más tiempo al aire libre.