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lentillas grises

Con gafas desde los 3 años ¿hora de lentillas?

Hoy os voy a contar mi historia de cómo y cuándo empecé a llevar gafas, la que me han contado a mí siempre, porque fue algo que pasó siendo tan pequeña que casi no lo recuerdo. Y todo esto es porque, después de llevar tantos años con gafas, he empezado a plantearme si no será este el momento de empezar a llevar lentillas. Probablemente, ya que me pongo, elegiré además de unas lentillas Dailies, unas lentillas de fantasía chulas, algo así como unas lentillas grises, porque me tienen arrebatado el corazón con ese color tan especial. Son bonitas ¿verdad?

lentillas grises

Y ahora, aquí va la historia de cuando me tuvieron que poner gafas. Yo tenía tres años y no llevaba gafas, no las necesitaba, veía bien. Resulta que un buen día me puse malita, me dio el Sarampión y fue un poco fuerte. Mi madre y mi padre siempre me han contado que, una noche tuve una fiebre muy alta y que, al día siguiente cuando me levanté no lograba colocar bien los ojos, es decir, de la noche a la mañana empecé a ser estrábica. Y mucho.

Me llevaron al mejor oftalmólogo que encontraron en Córdoba y empezaron a tratarme. Sí que recuerdo y tengo flashes de ir corriendo por una sala de espera con una enfermera vestida de blanco corriendo detrás de mí. Por lo visto no me gustaba mucho que me echaran gotas en los ojos con tres años (dilatar la pupila) y tan poco me gustaba que todavía hoy recuerdo aquel momento (sí, tenía tres años y sí, me acuerdo).

El resultado de aquel estudio determinó que tenía Hipermetropía en los dos ojos, con bastantes dioptrías en cada ojo, y que, desde entonces, llevaría gafas. Esto y el estrabismo se iba a corregir con el paso de los años, el uso diario de las gafas y el llevar parches en los ojos, alternando, varios días en semana.

En aquel momento, me cuentan mis padres, me sentí muy aliviada por tener gafas. Tal era así que, teniendo solo tres años, me han dicho que nunca tuvieron que explicarme que debía ponerme las gafas. Desde el primer día, cuentan que me despertaba y antes de levantarme de la cama me ponía yo solita las gafas que tenía en la mesilla. Encantada de la vida. Y como siempre he estado tan agradecida a las gafas nunca he querido dejar de llevarlas, a pesar de tener ahora, pasados muchos años, muchas menos dioptrías (de hecho en un ojo tengo cero, según mi oftalmólogo).

Pero en mis últimos viajes he llevado gafas de sol no graduadas y, aunque tengo poca graduación noto que podría ver mucho mejor y no perder detalle de todas las cosas nuevas que tengo la oportunidad de ver. He pensado en las lentillas, porque así podría no graduar todas mis gafas de sol, por ejemplo, y ver bien siempre. Y por la comodidad que suponen. Ya que me he puesto a mirar lentillas, he visto las de fantasía y, como os decía, las grises me han encantado, así que muy probablemente, mi historia de gafas desde los 3 años termine con unas lentillas varias décadas después. Estoy segura de que será para bien.